miércoles, 20 de febrero de 2008


A mi alrededor, solo luz. Un mundo hecho de luz, arboles y animales brillando cada uno con su propio resplandor interno, una luz que parece estar viva se agita en sus interiores, tan brillante que amenaza con difuminar las figuras, deteriorarlas, romper todo orden, o al menos eso me parece al principio. Después de admirarlas durante un rato, me doy cuenta de su perfección, la luz no borra, no deteriora. Al contrario, realza cada figura, los contornos suavemente delineados por una mano de artista, una luz grisácea adorna el pelaje de lo que parecen ser lobos o perros, diferentes matices de verdes se arremolinan en los follajes de los arboles, el cielo de un azul que parece quemar mis ojos, salpicado de enormes bolas de intensa luz blanca. A mi alrededor un prado verde salpicado aquí y alla por manchas rojas, su belleza es intoxicante, satura mis sentidos, veo luz, huelo luz, escucho luz y siento su sabor en mi boca. Increíble que en mi lecho de muerte es donde por fin veo toda la belleza a mi alrededor, no se que es lo que sucedió, no siento dolor ni incomodidad, todo es alegria, alegria alegria. Pero lo se, lo siento en mi ser, mi tiempo aquí se acaba y si esto es morir, es mucho mejor que la mayor parte de mi vida.
Poco a poco, la luz empieza a disminuir en intensidad, y veo la realidad, la hierba y los arboles no son verdes y vigorosos, sino que grises y enclenques, asfixiados por la contaminación urbana, el cielo plomizo gira en torno a mi cabeza, y ahora solo siento como la vida se me escapa por entre los dedos. El mundo se oscurece y ya no creo las historias del cielo para las buenas personas. El cielo es para maricas, todos vamos al infierno, cariño. No hay ningún anciano benevolente alli afuera, solo el tipo vestido de rojo, esperando, tridente en mano, para pincharnos en el culo. Digan aleluya.
Ahora todo es oscuridad a mi alrededor, la materia de la que esta construido el universo es oscuridad, me ahogo en ella, llena cada poro de mi ser. Se pega a mi y no deja que me mueva, tiemblo ante su contacto frio y repulsivo, me fundo con ella, y ya no existe nada, ni luz, ni amor, ni pena, ni llanto. Soy solo un cascaron de lo que antes solia ser, frio y muerto, me desintegro en la nada.
Pero, no. Las sensaciones vuelven a mi, recuerdo la risa y el amor. Mis ataduras se agitan ante esta nueva fuente de vida y terminan por soltarme. Un nuevo foco de luz se advierte en la lejania y a cada segundo que pasa se hace mas grande. Una figura, mas brillante que cualquier otra cosa que hubiese visto en mi vida, una mujer. Sus ojos verdes relampaguean con la fuerza de mil soles, su cabello brilla como el fuego y, de algun modo, la conozco, se quien es ella.
-Ven conmigo-su voz es melodiosa, la oscuridad huye despavorida ante su sonido, un sonido que parece retumbar en el mundo y sacudir hasta los mismos cimientos del universo.
Tomo su mano y se que nada saldra mal. Con ella no hay temor, ni miedo, se quien es, recuerdo el tacto de sus caricias y el sabor de sus besos, se que la amo, pero no puedo recordar su nombre. Me acerco a ella y la beso. La energia fluye y me siento tan lleno de ella que pienso que explotare. Todo es luz y todo esta bien porque estoy con ella.

-Abre los ojos.
-¿Estoy…?
-No, cariño, no lo estas-apoya su mano en mi frente, tan fresca y cariñosa como siempre-. Estas bien, y estas conmigo.

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